"...El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, acusado de crímenes desde antiguo, pero ahora resaltados por su terquedad prohibicionista, declaró como ajena a fiestas taurinas la Plaza de Toros construida en la década del treinta, del siglo pasado por Don Fermín Sanz de Santamaría..."
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Insólito ataque a la cultura taurina
Por Nelson Hernández Ramírez (*)
Caracas, 11/07/2012
Mandatarios y funcionarios públicos de varias naciones, haciendo dejación de sus auténticas obligaciones humanas, han intentado prohibir el mantenimiento de la fiesta brava y abolir de un plumazo las cuatricentenarias expresiones de cultura taurina, como si la crisis monetaria y social de Europa y América se solucionara con restricciones a la libertad de los ciudadanos.
Fuera de contexto y de actualidad, en Portugal y Colombia acaban de producirse dos manifestaciones de esta intolerancia social, sin mediar consulta o estudio de la situación, pero, seguramente, al amparo de beneficios monetarios personales, sin medir el perjuicio social.
En Portugal, un ínfimo grupo político, con voz en el parlamento, intentó, mediante moción negada por amplísima mayoría, acabar con las transmisiones de radio y televisión de eventos taurinos, meta que sigue camino con el cierre de la crónica y la reseña, para hacer añicos la libertad de expresión.
Debate en cámara plena, en el recinto por excelencia de la democracia lusa. Una propuesta de prohibir, limitar y acabar, sin aliento popular y sin razón. Otra de apoyo a la libertad, sin restricciones, salvo las derivadas del orden y el bien común. Triunfó la sensatez y todo se mantiene en la normalidad, con una fiesta brava robustecida.
De la discusión surgió la gran verdad. El proponente, derrotado o puesto al descubierto, no tiene una militancia política en su grupo que supere en número la concurrencia de la plaza taurina más pequeña de Portugal. Y ni hablar de la sintonía de la más reciente transmisión. Por miles los televidentes taurinos, por escasas decenas las listas de partidarios del movimiento prohibicionista.
En Colombia se produjo otro caso de esos curiosos eventos o actos de una administración municipal, desasistida de crédito y confianza en la ciudadanía. El Alcalde de (Santafé de) Bogotá, el ex combatiente irregular Gustavo Petro, acusado de crímenes desde antiguo, pero ahora resaltados por su terquedad prohibicionista, declaró como ajena a fiestas taurinas la Plaza de Toros construida en la década del treinta, del siglo pasado por Don Fermín Sanz de Santamaría.
Modelo de arquitectura y modelo de desprendimiento humanitario, la obra, patrimonio cultural bogotano, fue donada al municipio capitalino para que con sus beneficios económicos se hagan obras sociales, incluido el mantenimiento de parques, lo cual venía ocurriendo sin sobresaltos y sin demoras, pues la empresa promotora rendía cuentas con exactitud y pulcritud.
Se le ocurrió al Alcalde Petro la descabellada idea de “prohibir los toros” en procura de un tibio aplauso de grupos antitaurinos, financiados por capitales extranjeros, sin saber que el documento de donación se hizo exclusivamente para que haya corridas, novilladas y festejos menores en la hermosa y céntrica plaza, lo cual revela miopía y tozudez inadmisibles en un alcalde de ciudad tan rancia y vieja en lo referente a tauromaquia.
Miles de personas son afectadas en lo moral y económico por depender de las fiestas taurinas, pero en adición hay que destacar que de acuerdo a las declaraciones de derechos humanos, aceptadas universalmente, a nadie se le puede prohibir que haga uso de sus tradiciones y costumbres, siempre y cuando no afecten los mismos derechos de otras personas.
Las corridas en Bogotá a nadie causan daño, pero si permiten, con el pago de impuestos y arrendamientos municipales cubrir el mantenimiento de la instalación y mejorar la calidad de vida de todos, en tanto que la prohibición solo deja beneficios, por sobornos, a un reducido grupo de funcionarios, nada asistidos de apoyo popular ni de la confianza de los santafereños bogotanos.
El respeto social y el aprecio de la cultura taurina, con sus vertientes literarias, de bellas artes y lingüística, unidas a los hechos sociológicos de las costumbres y tradiciones, ya ancestrales, mediando cuatro siglos, nos llevan a proponer que una consulta o referendo se implemente, con libertad y transparencia, sin las presiones y fraudes desplegados en Ecuador, para que sean los ciudadanos los que decidan el futuro uso de la plaza.
El Alcalde Petro ha dicho que ahora la cultura será el centro y razón del uso del coso. Ante tan demagógica expresión cabe resaltar que la ocupación taurina anual totaliza cincuenta horas anuales, lo cual no llega ni siquiera al dos por ciento de las 8760 horas de que consta el calendario de un año.
Una verdad del tamaño de una catedral, frente a un inmisericorde ataque a la cultura taurina, la cual puede convivir y compartir la escena con cualquier otra manifestación de la misma índole, trátese de canto, baile, danza, ópera, literatura, pintura, escultura, teatro, mimos, payazos, artes circenses, etc., al igual que exposiciones agropecuarias, de ciencia, de innovación y tecnología.
Es así. Los taurinos somos respetuosos, tolerantes y podemos compartir. Otros sectores no pueden decir lo mismo.
(*)NELSON HERNANDEZ RAMIREZ
Presidente del Capítulo Nacional Venezuela
Directivo del Capítulo de Madrid
Delegado para América
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