Plaza de Iñaquito. Quito, 6 de diciembre de 2010 /Fotografías La Loma
Fallece Pablo Martín Berrocal, 'Socio de Honor' del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida.
El martes 19 del presente mes de mayo, y tras una larga enfermedad, ha fallecido a los 85 años de edad y en su domicilio de El Escorial-Madrid, Don Pablo Martín Berrocal, el que fuera uno de los grandes empresarios del transporte de viajeros en autobús, GRUPO LA SEPULVEDANA. Su acendrada afición por la tauromaquia le llevó a desempeñar a una entusiasta y brillante labor taurina como ganadero, apoderado, y empresario, y muy especialmente en la plaza de Iñaquito de la capital ecuatoriana organizando la célebre Feria de 'Jesús del Gran Poder'.
Desde este medio, y en nombre de los dirigentes de nuestra asociación bienvenidista, Miguel Mejías "Bienvenida" y Fernando Claramunt, Junta directiva y resto de afiliados, lamentamos su muerte y expresamos nuestro profundo pesar a su esposa, hija y nietos, a los que nos unimos en el sentimiento de dolor al tiempo que elevamos una oración por el eterno descanso de su alma. Descanse en paz.
Juan Lamarca López
Vpte.1º
Madrid 2010. Acto de Premiación del Círculo Bienvenida
Pablo Martín Berrocal, El Juli, y Juan Lamarca
'Dinastía Bienvenida' blogspot
Madrid, 22 Mayo 2020 / Fotografías La Loma
Se nos fue el bueno de Pablo -bondad por encima de todo- en silencio con la misma discreción que sobrellevó su larga y penosa enfermedad vendiendo cara su muerte, "tragándose la sangre" cual toro bravo tras estocada traicionera. Su lucha amparada en todo momento por su querida familia hasta el final, y así rodeado por los suyos en amorosa comunión, en la mayor dignidad humana y en la tranquilidad de la fe cristiana recibió Pablo los santos sacramentos por el sacerdote amigo. Desde el cielo echará su mirada equidistante a dos monasterios, al de San Lorenzo del Escorial sobre la vertiente de la Sierra de Guadarrama, y al de San Francisco, en Quito, en las faldas del Pichincha. Un eje sobre el que ha girado la vida de Martín Berrocal. El amor a su tierra madrileña nunca le impidió su pasión por Quito, por sus gentes, por sus toros. Y así recogió el testigo, de manos de Luis Miguel Dominguín, para tomar la plaza de Iñaquito y llevarla hasta las más altas cotas de prestigio relazando su Feria Taurina de Jesús del Gran Poder hasta ser catalogada como "La Mejor de América".
Pero antes, Pablo Martín Berrocal, había dado rienda suelta a su afición con su sempiterna presencia en las más importantes ferias de Europa y América, y añadiendo a su condición de abonado a las plazas de Las Ventas de Madrid y Maestranza de Sevilla, al tiempo de experimentarse en lo profesional taurino, junto con su hermano José Luís, en el apoderamiento de toreros como Dámaso González o Juan Mora, o como organizadores de determinas ferias españolas, y también como ganadero de bravo con el hierro de El Toril.
Quito, siempre Quito, será el punto de inflexión de la vida de Pablo Martín Berrocal, la ciudad de los Andes que le deslumbró y de la que se erigió embajador in pectore y a su raclamo acudía su familia, sus amigos, toda gente del mundo del toro, de la cultura y de la información para los que la personalidad de Berrocal y la grandiosidad Quito eran una misma cosa. Y allí en Quito, precisamente, le llegó la hora de la penumbra por el zarpazo del terrorismo comunista, su secuestro por banda colombiana organizada conmocionó a un tranquilo Ecuador e hizo enmudecer a su capital. Un auténtico calvario el que le quedaba por sufrir al bueno de Pablo y que duró ocho meses hasta su liberación. Doscientos cuarenta días ignominia y humillación en su persona y una herida en su alma, y una llaga en su cuerpo que sería el punto de partida del deterioro de su salud.
Sin embargo la jovialidad de Pablo, su natural optimismo y su fraternal vínculo con Quito no le impidió volver al lugar de la desgracia vivida. la liberación de Martín Berrocal también supuso la liberación del ánimo encogido de los quiteños, y su vuelta a Ecuador causó un caudal de júbilo de aquellas buenas gentes que la estimaron como una oportunidad de "desagravio" de Quito a Don Pablo por el mal recibido; así lo demostraron continuamente allí donde lo veían: Don Pablo por aquí, Don Pablo por allá cuando se le cercaban personas incluso desconocidas. Una fotito con el niño, Don Pablito, le rogaban, qué Dios le bendiga Pablito...
Las recepciones oficiales, sociales y del mundo taurino se sucedían en honor a Don Pablo Martín Berrocal en el Municipio Metropolitano de Quito. En fin, todo muestras de cariño y respeto que le inundaban de felicidad y le estimulaban para reanudar su Feria de Jesús del Gran Poder, denominación, por cierto, que fue restituida por Berrocal al tomar la plaza de Iñaquito unos años antes de este 1990 y que para esa edición volcó todo su esfuerzo e ilusión. Con muy buenos mimbres contaba Martín Berrocal para gozar de la cotidiana tranquilidad necesaria como el apoyo inquebrantable de su propia esposa, Doña Blanca, la compañía de su segunda familia en Ecuador como Rosario Sánchez, "Charito", Augusto y María del Pozo, Edgar Terán, Jimena y su esposo Manolo Lozano, y alguno más de ese círculo íntimo.
En lo taurino se fundía lo profesional con la amistad personal para el logro de la gran feria que todos deseaban...y todos con Pablo, todos con Quito y por Quito, subidos a una nave como CITOTUSA en la que Martín Berrocal contaba con el apoyo de un gerente de labor inestimable como José Luis Bruzzone y de un profesional con sello de aficionado de hueso colorado como César Rosero.
La perenne sonrisa de Pablo se ensanchaba cuando gozaba del señorío de amigos y ganaderos como Marcelo y Carlos Manuel Cobo, Saúl Montenegro, Jano Villacencio o los hermanos Bermeo.
Todo el elenco taurino de Europa y América quería ir a la feria de Quito que junto con Cali era la mas deseada en aquel 1990.
El mundo de la información era efervescente, con las crónicas de Rodrigo Darquea, Manolo Franco, Gonzalo Ruiz, o Pepe Luis Castillo; las ondas radiofónicas salían al viento comandas por melodiosa voz de Carmen Toledo, y los programas televisivos en los grandes hoteles competían entre ellos con Humberto Jácome y Pedro Javier Cáceres, o Cristóbal Roldán con Alfonso Navalón.
Todos juntos pero no revueltos, cada uno en su parcela, todos con Don Pablo y por la feria pero cada cual con su responsabilidad, la propia exigible en un acontecimiento taurino con dignidad para la corrida y respeto a la Ordenanza que no es más que el respeto a la fiesta y a los espectadores. Para ello la autoridad competente asignaba un equipo presidencial ejemplar coincidente con el buen criterio de Martín Berrocal que perseguía la seriedad en todos los aspectos de su organización empresarial. Así era Don Pablo y además gozando de la amistad de aquel inolvidable presidente Patricio Maldonado y su equipo de callejón con los Polo Rosero, Santiago Cano, o José Patricio Espinosa y...
En todos ellos quedó huella indeleble de respeto, gratitud y afecto a Don Pablo Martín Berrocal.
Ya huele a feria y la ciudad se convulsiona, han llegado los taurinos y aficionados de España y de paises americanos, de todos lados afloran gentes a los toros de Quito, peñistas y periodistas no se quedan atrás; alborozados encuentros, sonrisas, abrazos y para la plaza. Los que no han podido saludar a Don Pablo en el Hotel Quito Internacional esperan presurosos hacerlo en la plaza, aunque les cuesta llegar por las calles atascadas de carros, de multitud andante y puestos de venta de "sombreros para el sol y plásticos para la lluvia", carritos de bebidas y comida, fritanga, cueritos, chancho reventado, en fin se forma ¡la mundial! en los aledaños a la monumental plaza. Al aire el grito de de los "reventas" a la plata o al trueque, boletos de sol, boletos de sombra ¿qué sombra? y el que no...pues pensando en colarse preguntando por Don Pablo, pero todos a los toros ¡Como Dios manda! Como Martín Berrocal deseaba y por lo que luchaba.
Un 30 de noviembre de 1990, primer día de feria y reaparición de Don Pablo Martín Berrocal tras sus "vacaciones" como el solía referirse al tiempo de secuestro. Su entrada al coso de Iñaquito levantó tanta expectación como la de los toreros, siempre idolatrados en la América taurina. Ovación de gala para el empresario español cuando llega al callejón y entre abrazos y vítores desde los tendidos bajos ocupa su burladero. Estaba en su sitial, en su plaza. Alguna señora con los ojos húmedos de alegría exclamaba ¡Don Pablito ha vuelto! La sonrisa de Pablo va de oreja a oreja y saluda con emoción. Suenan los clarines y la plaza estalla de jolgorio. Empieza la feria de Jesús del Gran Poder y con buen pie, la abre un ejemplar de Carlos Manuel Cobo para el novillero español Miguel Rodríguez.
Martín Berrocal gustaba de hacer pronósticos y el caso es que solía acertar. Previamente refería algunos de los que se cumplieron en ferias anteriores: "No se preocupe Don Pablo que al que salga por chiqueros le corto las orejas, sea como sea" -le dijo Dámaso- ¡y se las cortó! para que la premonición de Don Pablo fuera cierta.
El empresario Berrocal auguró una gran feria y lo fue. No era difícil acertar dado que sobre el cartel anunciador así lo parecía.
¡10 FESTEJOS 10! 6 Corridas de Toros. 3 Novilladas. 1 Espectáculo Cómico Taurino. Del 30 de Noviembre al 8 de Diciembre. Casi todo el abono vendido y ambientazo por los cuatro costados.
El portugués Víctor Méndes era la estrella del publico quiteño, de arrolladora y merecida popularidad; curiosamente era conocida sus amistad con el presidente de festejos Patricio Maldonado por lo que este declinaba presidir cuando actuaba el torero luso. ¡Un detallazo!
Numerosos fueron los brindis de los toreros a Pablo Martín Berrocal siendo recordado como el más emotivo el del matador José Luis Cobo, hoy empresario y ganadero.
Entre meritorias actuaciones de jóvenes y no jóvenes, entre locales y foráneos, al final acertó de nuevo Don Pablo que con su risa socarrona lo celebraba. Total, que la feria se la llevaron entre Roberto Dominguez, a pesar de "sus ascos al toro Licorero"; Curro Vázquez en la corrida de Puchalitola donde reaparecía en Quito desde la muerte de su suegro Domingo Dominguín años atrás en Guayaquil; y César Rincón fue el del sorpresivo e impactante triunfo en la última corrida, la de Santa Rosa, de aquel gran ganadero que fue Saúl Montenegro.
Prácticamente un gran desconocido, el torero colombiano, que llegaba a Quito repuesto la gravísima cogida que había sufrido en Palmira. Pablo Martín Berrocal también le había pronosticado ese triunfo, y no se paró ahí sino igualmente le auguró a César Rincón una carrera triunfal en España. Qué buen ojo solía tener Berrocal. Él lo sabía y se jactaba de ello con entrañable regocijo.
Pues esa fue la Feria de Don Pablo, la de 1990. Fueron muchas más antes y después pero la de ese año supuso el reecuentro consigo mismo "tras su percance" en su Quito querido, y Quito le "pagó su deuda" con amor y respeto.
Acto Homenaje a los presidentes de Plaza Santiago Cano y Mauricio Riofrío
Importante para nosotros y para la causa taurómaca fue la fundación del Capítulo de Quito del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida. Contribuyó a ello la vinculación de algunos de los integrantes de la famosa dinastía torera, como Ángel Luis y Juanito, la acogida de la familia Cobo, y el entusiasmo de excelentes aficionados y amigos quiteños, siendo el apoyo de Don Pablo Martín Berrocal determinante.
Adiós querido Pablo, adiós amigo. El bien que has hecho en la vida perdurará sobre tu memoria y pedimos a Dios que tu ejemplaridad nos ilumine. Descansa en paz que bien te lo mereces.
GRUPO SEPULVEDANA. Don Pablo Martín Berrocal recibe la Medalla al Mértito del Transporte Terrestre,
de manos del entonces Ministro del Interior Jaime Mayor Oreja. (1997)
El ecuatoriano Álvaro Samper brinda a Pablo Martín Berrocal
Pablo Martin Berrocal entrega un trofeo al picador Braulio Almeida
Feria de Quito 2009. Martín Berrocal y el espada mexicano Joselito Adame
Canito, Pablo, y Javier Morales
Plaza de Iñaquito. Pablo Martí Berrocal con Manuel Benítez "El Cordobés" y Sacromonte
Juan Lamarca, el riobambeño José del Río, y Pablo Martín Berrocal
Toro indultado de 'Triana' de José Luis Cobo
Pablo Martín Berrocal y Carlos Manuel Cobo
Pablo Martín Berrocal en la plaza de Belmonte de Quito
Pablo Martín Berrocal y Álvaro Samper