Tertulia Taurina "LA GIRALDA" del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida.
En pie: Antonio Tejerina, Mario Alonso, Eladio Galán, José Antonio Tamayo, Javier Hurtado, Alberto Sánchez,
Tito Blázquez, José Luis Núñez, Roberto Pocaterra, Reinaldo Gil "El Táriba", Darwin Rosales.
Sentados: Manuel Polo, Jorge Halabí, Antonio Iglesias, Juan Lamarca, Juan José Guerrero, Luis Aguirre
Jesús Enrique dejó constancia de su tristeza y preocupación por la problemática de su país, dejando claro que él está luchando primordialmente por alcanzar la más altas metas en su carrera, y que si ello supone un estímulo o un valor para la afición y el pueblo venezolano se sentirá muy orgulloso de ello.
Redacción 'Dinastía Bienvenida' blogspot
Madrid, 1 de Noviembre de 2019
Nuevamente la Tertulia del Círculo Bienvenida ha convocado un buen número de amigos para cultivar la afición al término de la temporada y tratar en animado coloquio los temas de actualidad, historias, anécdotas, y no pocas opiniones críticas, y todo ello en torno a un personaje querido y admirado como es el matador de toros, Jesus Enrique Colombo que tras su broche de oro, en la reciente corrida de la Hispanidad de las Ventas, a su azarosa última campaña, y tomada la decisión de prescindir de su apoderado anterior, mira hacia un nuevo horizonte para poder tener la oportunidad de luchar por la conquista de las altas metas que sus excelentes condiciones y la fe en si mismo le conduzcan hacia el triunfo.
Como ya es tradicional, la tertulia se ha celebrado en el acogedor y taurinisimo restaurante, La Giralda, al que llegamos paseando con Colombo y El Táriba, tras nuestra cita previa en el hotel Wellington que despierta en Jesús Enrique el recuerdo de "su noche" tras el triunfo de Madrid rodeado de amigos entusiastas al tiempo que soportaba los agudos dolores por "la paliza" que le propinó su segundo toro de Valdefresno. No me acordaba de nada desde el momento de mi cogida, -afirma el torero - en esos momentos en la habitación me decían que entré a matar sin muleta y que estuve a punto de salir por la puerta grande. Lo que sí perduraba en mi mente era el instante de de volar por los aires y los derrotes del toro sobre mi cuerpo en el suelo. Y aquí estoy magullado y dolorido, pero contento, muy contento.
La mente giraba al ritmo de la evocadora puerta giratoria de ese histórico palacete de la calle Velázquez. Colombo y "El Táriba" escuchaban con avidez el relato costumbrista que emanaba de la añoranza de una época dorada del toreo y del taurinismo, en la que el hotel de aquel ganadero de postín, Don Baltasar Ibán, era el centro neurálgico de la categoría y señorío de la gente del toro de los de aquí y los de allá. Las tertulias no se convocaban, no, surgían diariamente de forma espontánea alrededor de una copa, allí acudían lo más "granao" de la torería y a su rebufo, periodistas ilustres, artístas y deportistas célebres, y aficionados de "hueso colorado" que se alternaban con otros "santuarios" taurinos próximos al Wellington. Por ejemplo los venezolanos de la dinastía Girón, tenían como centro habitual la cafetería "Trébol", les contaba a sus paisanos Jesús Enrique y Reinaldo absortos de curiosidad y sonriendo de satisfacción cuando les decía que otro venezolano egregio como Víctor José López "El Vito"era asiduo contertulio en el Trébol con sus amigos maracayeros, siguiendo la estela de prestigio en la pluma taurina de Pepe Cabello, otro grande de Venezuela en España, en sus temporadas españolas.
Muy cerca de allí, en la entonces calle del general Mola, estuvo la casa de los Bienvenida -la de todos, aquella universidad del toreo- ¿os resulta familiar el nombre? -les pregunto y asienten sonrientes los dos taribeños- pues gracias a ese símbolo del toreo estamos aquí juntos -les recuerdo aun más sonriente que ellos-
Les cuento que Manuel Mejías el Papa Negro vivía allí con su familia, y a esa casa llegó un modesto merideño soñando con la gloria del toreo y de allí salió volando alto como el Cóndor de los Andes. A Colombo se le abren los ojos y exclama: pues claro que sí, Don César, César Faraco, mi primer maestro en la Escuela de San Cristóbal.
Seguimos rememorando la saga bienvenidista citando la taberna castiza, "Casa Puebla", lugar de reunión de los Mejías, nada más cruzar la calle, el feudo tertuliano de aquellos señores que dieron gloria al toreo y a España y que integraron la famosa dinastía Bienvenida.
Caminando por Velázquez, Jesús Enrique echa la vista hacia la verja del Parque del Buen Retiro y recuerda haber leído que por ahí cerca hubo una plaza de toros. Muy acertado el joven Colombo pero quedó aclarado que no solo una sino dos. La primera gran plaza de Madrid se construyó junto a la Puerta de Alcalá, 125 años de sangre y arena, donde fue corneado mortalmente el gran Pepe-Hilho, sucediéndole el coso de la Fuente el Berro, o de Goya, en la que Granero encontró la muerte en las astas del veragüeño "Pocapena".
Adentrándonos por la calle Villanueva la querencia nos conduce por la antigua ruta de los toreros, y en la memoria los locales de arte y tronío ya inexistentes pero que aun despiden sus paredes el aroma del recuerdo como "Los Polacos", el de la bailarora de duende y genio, Pepa Cotillo, mas conocida por "La Polaca" y siempre a su vera, su marido, el bueno de Pepe el polaco. Y unos metros, en la esquina de abajo, el bar "Caporal" con el gran Pepe Márquez al frente escaciándolo con González Byas.
En ese triángulo de oro, le cuento a los toreros, reinaba Curro Girón por persona admirada y adorable, "tó er mundo le quería" desde Ángel Luis Bienvenida, que fuera su apoderado, hasta el célebre Bojilla, Enrique Bernedo, que en la misa funeral por su amigo Curro en la iglesia de Sta. Gema Galgani, en el momento de la homilía dio un salto al altar y arrebatándole el micrófono al cura oficiante, exclamó: Esto es cosa mía, que el que sabe de Curro y quiere a Curro se llama Bojilla.
A la vuelta de la esquina enfilamos ya hacia La Giralda pero la imaginación nos hace divisar a lo lejos, en esta calle de Claudio Coello, lo que fuera un lugar de culto a la buena hostelería, Gitanillos Bar, y de respeto a los aires flamencos y de torería que emanaban de su fundador Rafael Vega Gitanillo de Triana, y con un barman excepcional al frente como el recordado Laureano, al que "se le caían dos lágrimas" cuando veía entrar a "su Curro", Don Francisco Romero López -así se le dirigía el entrañable Pepín Cabrales- y los clientes puestos en pie lo recibían con una ovación de gala. Tiempos de adoración al toreo...
Pues saboreando esos felices recuerdos encaramos lo que queda de aquel ambiente, ese emporio de gastronomía andaluza en el corazón del barrio de Salamanca, de Madrid, de nombre La Giralda, donde el Círculo Bienvenida reúne a sus amigos para hablar de toros...y de lo que haga falta. Y allí estaban esperando a Colombo recibiéndolo con cariñosos aplausos y dispuestos a "echar la tarde" con el torero venezolano. Aquello mas que un coloquio, y gracias a la madurez de Jesús Enrique y a su ya definida y sólida personalidad, a pesar de su juventud, resultó ser una ponencia del torero sobre suertes, estilos, ganaderías, actitudes y conceptos ante el toro.
Los contertulios exponían puntuales cuestiones e inquietudes que eran respondidas muy adecuadamente por el matador. Así fueron sucediéndose las intervenciones del periodista Javier Hurtado, al que le acompañaron sus amigos, y nuestros también, el quiteño Sebastián Corral, presidente de Tele Amazonas, al que le agradecimos la atención y acogida que siempre nos prestó en nuestras actividades quiteñas durante la memorable feria de Jesús del Gran Poder, y en el seno del Capítulo bienvenidista ecuatoriano, y el fino cronista venezolano Jorge Halabí.
El caraqueño Roberto Pocaterra entró por los vericuetos empresariales -de casta le viene al galgo- en relación con la escasez de contratos en la pasada temporada de Colombo que la explicó sucintamente y que "le obligó -dijo- a afrontar una nueva etapa sin su anterior apoderado y tras el reciente triunfo de Las Ventas en la corrida de la Hispanidad".
Juan Lamarca apuntó sobre la actuación del venezolano en Madrid que ya se le notaba en el paseíllo "con el cuchillo entre los dientes". Efectivamente -corroboró el torero- salí a darlo todo. Esta corrida era una oportunidad decisiva para mi futuro y me jugué la vida conscientemente y, gracias a Dios, logré un triunfo sobre el que relanzar mi carrera. Mi ilusión y mi esperanza es llegar a ser figura del toreo, y por ello lucho con fe en mi mismo y en Dios, remató.
El aspecto ganadero y sus preferencias lo sacó a relucir José Eladio Galán -digno, dignísimo magistrado juez para como están los tiempos- a lo que Colombo manifestó estar hecho a todos los encastes, desde los "rabiosos" hasta los "bombones" -de estos menos dijo sonriéndose- y que precisamente en su etapa de novillero se fue cuajando en buena parte en plazas del conocido como "valle del terror". De todas formas manifestó que prefiere el toro encastado y pujante, que haya que poderle, y con movilidad.
Sobre este aspecto, el famoso mulillero de Las Ventas, José Antonio Tamayo, destacó de Jesús Enrique su excelente cualidad de lidiador completo, de "torero de todos los tercios" ejemplaridad y contundencia en la suerte suprema, y su brillante espectacularidad en banderillas -no faltó el recuerdo a su paisano José Nelo Morenito de Maracay- sugiriendo la necesidad para el espectáculo taurino de emparejar a Colombo con Fandi. No se amilanó el venezolano asegurando que ese siempre fue su deseo y que esa oportunidad se le presenta en la Feria de "San Sebastián" de San Cristóbal, y posiblemente en la feria del Sol de Mérida.
El sentir patrio surgió de los corazones del aragueño, Luis Aguirre, y del carabobeño, Darwin Rosales, cuando preguntaron al matador que supondría para Venezuela, dada la critica situación social, política, y taurina que atraviesa, su figura triunfante en el toreo.
Jesús Enrique dejó constancia de su tristeza y preocupación por la problemática de su país, dejando claro que él está luchando primordialmente por alcanzar la más altas metas en su carrera, y que si ello supone un estímulo o un valor para la afición y el pueblo venezolano se sentirá muy orgulloso de ello.
En fin una deliciosa tertulia que tuvo como colofón la mención de un hecho de alta significación para la asociación bienvenidista como es el apoyo que siempre ofreció a la causa taurina venezolana y, en este caso, con su colaboración escuelas venezolanas para la llegada a España de nuevos valores como han sido los ya matadores de toros Fabio Castañeda y Jesús Enrique Colombo, además del novillero Reinaldo Andrés Gil "El Táriba" aún alumno de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Se da la feliz circunstancia de que estos dos matadores, Castañeda y Colombo, actuarán juntos por primera vez en una corrida de la próxima feria de San Cristóbal. Una sonrisa de satisfacción asomaba al rostro del bueno de Felipe Díaz Murillo, un artífice fundamental de estos logros desde su su cargo, entonces, de Director de la Escuela de Tauromaquia "Marcial Lalanda", de Madrid.
Finalizamos con un emotivo brindis por los éxitos de Jesús Enrique en su inminente campaña americana -en una semana ya le esperan en la plaza de Acho de Lima- y por su próxima temporada europea, para que se cumplan sus sueños de triunfo -que se lo merece- y nuestros fervientes deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario