Obra de Oswaldo Viteri
"...el lidiador transforma al animal indómito y lo hace colaborar en la concreción de su obra artística..."
ELEMENTOS DE LA FAENA TAURINA
Enrique Barrios Barrios**
NOTAS DE TOROS / Publicado en diario Notitarde
Valencia-Carabobo
EL LUGAR DE LA FAENA.- Es indudable que la verificación de una faena taurina, tal como lo conocemos los aficionados a la Fiesta Brava, depende de la existencia de una plaza de toros o lugar apropiado donde pueda celebrarse el citado espectáculo. Al inicio del evento podemos apreciar a un público que llena las graderías edificadas en las proximidades del redondel. También es procedente observar un letrero distinguido con el nombre de PRESIDENCIA, donde se colocan las autoridades encargadas de dirigir el desarrollo del festejo, y en un determinado espacio del coso taurino se divisa la presencia de una banda musical, destinada a instrumentar el pasodoble, cuando así lo solicita el público asistente o lo ordena desde la Presidencia la autoridad respectiva.
El Paseíllo anuncia el comienzo del espectáculo bajo los acordes de la banda musical y a partir de este momento, los dos factores que marcarán el rumbo del éxito o fracaso de la faena, estarán representados por la actuación o comportamiento en el ruedo del toro y del torero.
EL TORO.- Para ver una buena faena, es necesario que salga al ruedo un toro bravo, de trapío, peso y edad, poseedor de una voluntad persistente de acometer, que ataque sin defenderse, revelando nobleza, casta, movilidad y fijeza. Tales características son obtenidas, si el criador de reses bravas tuvo en cuenta las procedencias genéticas del padre semental y la raza de la madre, así como las hechuras armónicas del rebaño al que perteneció el astado que se torea.
EL TORERO.- El factor humano es fundamental en la ejecución del toreo prodigioso. En una figura torera deben concurrir los atributos de un sensato raciocinio, que a su vez sea consecuencia de una calidad técnica, emocional, espiritual y de inteligencia, que identifican al torero de arte, de pellizco o dotado de duende.
Con estas armas en su poder, el lidiador transforma al animal indómito y lo hace colaborar en la concreción de su obra artística, logrando que la sensibilidad y la emoción de dicho arte, trascienda del ruedo a los tendidos, para que el público asombrado ante la maravillosa victoria del diestro, reconozca la inteligencia que todo problema resuelve, así como la realidad generadora de múltiples vivencias espirituales.
De esta manera, el matador coloca en escena real y verdadera, el juego trágico de la vida y de la muerte, facilitando desde luego a los espectadores la exigencia con razón desde el punto de vista técnico-artístico, que los toreros dejen esta aspiración evidenciada, en la oportunidad de ejecutar la faena en las diferentes plazas de toros del mundo.
enbebe@hotmail.com
**Enrique Barrios Barrios, es presidente del Capítulo de Valencia del Círculo Bienvenida
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