Joselito toreaba ya a los cuatro años
Hoy se cumple el centenario de alternativa de la máxima referencia de la Tauromaquia clásica
Andrés Amorós / ABC
Madrid, 28 de Septiembre de 2012.-Este viernes se cumplen cien años de la alternativa de Joselito, la “maravilla” del toreo: lo hizo en la sevillana Feria de San Miguel, de manos de su hermano Rafael, con toros de Moreno Santamaría. El próximo año, se cumplirán cien de la alternativa de Juan Belmonte. Desde 1913 hasta la muerte de Joselito, en 1920, se extiende la Edad de Oro de la Tauromaquia.
Formaba parte Joselito de la dinastía de los Gallo: era hijo de Fernando y hermano menor de Rafael. Todos saben que fue muy precoz: a los trece años actuaba ya, de luces, con el nombre de Galllito Chico; al año siguiente, formó parte de la cuadrilla de niños sevillanos.
Cuenta Corrochano cómo se reveló Joselito, todavía niño, en untentadero de Miura. Pidió que le dejaran torear una becerra complicada, lo hizo con la mano izquierda. Rafael le preguntó por qué no la toreaba con la derecha. El chiquillo se rió y le dio la muleta. En el primer pase, la becerra se coló y derribó a Rafael; José, riendo, le hizo el quite. Cuando le preguntaron cómo había visto que no se podía torear con la derecha, no lo dudó:
“Pues porque, desde que salió, hizo cosas de estar toreada. No pueden haberla toreado más que en el herradero, y, como los muchachos que torean al herrar las becerritas torean con la derecha, comprendí que, al achuchar por el lado izquierdo, por el derecho no se podía ni tocar. Y ya lo han visto ustedes”.
Parece que le ha parido una vaca
Comprobaron luego que el chiquillo tenía razón y don Eduardo Miura sentenció: “Parece que lo ha parido una vaca”.
La amabilidad de un lector, Francisco Martín Negral, me ha permitido localizar un dato nuevo, en el semanario “Sol y Sombra”, de noviembre de 1899. Visita el periodista Victoriano de la Feria la casa de los Gallo, en Gelves. Va a hacer una entrevista a Rafael, que tiene 17 años y acaba de presentarse como novillero en Sevilla. Cuenta cómo le educaba taurinamente su padre, Fernando Gómez:
“Simulaba, con una cabeza de toro, suspendida de una cuerda, los extraños de la res, en perfecta escuela práctica”.
Al final, añade el cronista un párrafo sobre el hermano pequeño:
“Tuve ocasión de admirar al menor de los hermanos, que cuenta cuatro años de edad, ejecutando, con una destreza impropia, varias suertes del toreo, sirviéndose de un pañuelo. Los hermanos intentaron traer una becerrita para que prácticamente viéramos cómo no se arredraba el infante ante ella. No pudieron encontrar cerca del pueblo ninguna pero uno de los hermanos avisó al pequeño, diciéndole que ya estaba encerrada la becerra. A medio vestir, José salió corriendo en dirección a la placita, en busca de la becerra, demostrando seguidamente su enojo, al verse contrariado”.
Datos curiosos
Queda claro que torear una becerra formaba parte de lo habitual, para aquel niño de cuatro años... La anécdota corrobora lo que me dijo Marcial Lalanda: “Toda su vida, José vivió dedicado íntegramente al toro”. ¿Algunos datos? En siete años de alternativa, toreóveintidós corridas como único espada (compárenlo con lo actual); en casi todas, además, estoqueó el sobrero; mató más de mil quinientos toros; sólo en Madrid, ochenta y una corridas; cortó la primera oreja que se concedía en Sevilla – lo ha recordado Julio Domínguez Arjona – a los veintiún años, en su corrida número 95 de la temporada de 1915: compárenlo con lo actual...
Tiene razón el maestro Antonio Burgos: Joselito representa lo apolíneo; Belmonte, lo dionisíaco. Los dos polos confluyen en Sevilla (y, en general, en el gran arte). No tuvo rival en el conocimiento del toro y el dominio de las suertes. Por eso, encarna el toreo: como Bach, la música, y Velázquez, la pintura.
Le ganó Juan por su “percha literaria” (Bergamín), que permitió a Chaves Nogales escribir una preciosa biografía novelada. José, en cambio, suscitó que se escribiera el mejor tratado técnico: “¿Qué es torear?”, de Gregorio Corrochano. Para el gran público, es más atractivo lo primero. Los profesionales y los entendidos valoran lo segundo: el más admirable intento de acercar el arte del toreo a una ciencia.
A los cien años de su alternativa, Joselito sigue siendo la máxima referencia de la Tauromaquia clásica.
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