DEVELADA ESTATUA DEL TORERO HISPANO
MANOLO BIENVENIDA EN MARACAY FERIA DE SAN JOSÉ 2012
América
y el
Segundo Encuentro Iberoamericano
Por Nelson Hernández RamírezPresidente del Capítulo Nacional Venezuela y
Delegado para América del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida
Masrid, 07/05/2012.-
Las implicaciones para América del Segundo Encuentro Iberoamericano del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida son variadas y todas de especial relevancia, en lo histórico, taurino y social.
La historia nos une en forma indisoluble desde hace cinco siglos, en razón de la conquista y colonización. Ese es el antecedente global, somos hispanos, cristianos y taurinos por la presencia que inauguró Cristóbal Colón en nuestras tierras.
En paralelo, nuestra ancestral cultura taurina recibió un notable impulso y positiva influencia por la presencia de Manuel Mejías Luján (El Papa Negro) en Venezuela, Colombia, Perú y México, lo cual no es solo parte de una vibrante biografía, sino de los anales de esas naciones,
Con el Papa Negro se confunde lo histórico con lo taurino en una imbricación insuperable, porque los hechos ya son parte de la vida pasada de numerosas ciudades taurinas, especialmente Lima, Bogotá, Caracas, Maracay y Ciudad de México.
Taurinamente hablando no podemos desprendernos del legado de la familia Bienvenida, tanto en la influencia positiva en festejos, ferias, ganaderías y arte en el redondel, como en el hecho de haber prodigado amistad sin límites, en función de solidificar las tauromaquias sólidas como la mexicana y peruana e incipientes como la colombiana y venezolana.
Los Bienvenida, el viejo Negro con sus muchachos Manolo y Pepe, son una parte vital del empuje taurino en la Venezuela de la segunda década del siglo pasado, a lo debemos unir la presencia de Antonio como torero de bien acuñada personalidad, amistad, excelente trato y buen torear.
Antonio es torero identificado con lo nacional venezolano, pero hispano de buena sangre, como para cimentar esos lazos dejados por su padre y para mostrar que uno y otro lado del Atlántico, son un solo territorio donde domina la fraternidad taurina.
Es por ello que acudimos a la celebración del Segundo Encuentro Iberoamericano con una presencia americana de más de sesenta aficionados y aficionadas, convencidos de que el evento solidifica lo histórico, taurino y social, pero que, por encima de todas las cosas, nos pone en consonancia con las nuevas tendencias en la defensa del arte de la tauromaquia, asediada por enemigos de extrañas y curiosas motivaciones.
Venimos a España en procura de nuevas experiencias, enseñanzas y compromisos mutuos, sabiendo que estamos precedidos de la buena intención mostrada en los dos años anteriores por parte del directorio madrileño y de una exacta comprensión del papel que nos cabe como aficionados, sabedores de que unidos somos fuertes y que la unidad nos lleva a un mejor estado de conciencia sobre los retos en lo inmediato.
Las implicaciones del Segundo Encuentro nos impulsarán en América a tender lazos más fraternos y solidarios entre nuestras cinco naciones taurinas y a promover acciones que lleven no solo alegría a los tendidos, sino bienestar a muchas familias e instituciones.
Aficionados, periodistas, cronistas, médicos, arquitectos, ingenieros, toreros, ganaderos, empresarios y gente de variados oficios dentro de la fiesta brava tendrán beneficios derivados de los acuerdos y motivaciones, pero también apertura hacia reuniones y eventos especializados que surgirán en la búsqueda de darle sustento firma a la apasionante fiesta brava, de tan profunda raíz histórica y social que no podrán borrarla los activistas tarifados por empresas transnacionales y organizaciones que buscan haber prevalecer el animalismo antes que el humanismo.
El Segundo Encuentro Iberoamericano nos dará una visión muy clara y una más cabal comprensión de la misión en la que ya estamos inmersos como voceros e irradiadores del bienvenidismo histórico, social y taurino.
La historia nos une en forma indisoluble desde hace cinco siglos, en razón de la conquista y colonización. Ese es el antecedente global, somos hispanos, cristianos y taurinos por la presencia que inauguró Cristóbal Colón en nuestras tierras.
En paralelo, nuestra ancestral cultura taurina recibió un notable impulso y positiva influencia por la presencia de Manuel Mejías Luján (El Papa Negro) en Venezuela, Colombia, Perú y México, lo cual no es solo parte de una vibrante biografía, sino de los anales de esas naciones,
Con el Papa Negro se confunde lo histórico con lo taurino en una imbricación insuperable, porque los hechos ya son parte de la vida pasada de numerosas ciudades taurinas, especialmente Lima, Bogotá, Caracas, Maracay y Ciudad de México.
Taurinamente hablando no podemos desprendernos del legado de la familia Bienvenida, tanto en la influencia positiva en festejos, ferias, ganaderías y arte en el redondel, como en el hecho de haber prodigado amistad sin límites, en función de solidificar las tauromaquias sólidas como la mexicana y peruana e incipientes como la colombiana y venezolana.
Los Bienvenida, el viejo Negro con sus muchachos Manolo y Pepe, son una parte vital del empuje taurino en la Venezuela de la segunda década del siglo pasado, a lo debemos unir la presencia de Antonio como torero de bien acuñada personalidad, amistad, excelente trato y buen torear.
Antonio es torero identificado con lo nacional venezolano, pero hispano de buena sangre, como para cimentar esos lazos dejados por su padre y para mostrar que uno y otro lado del Atlántico, son un solo territorio donde domina la fraternidad taurina.
Es por ello que acudimos a la celebración del Segundo Encuentro Iberoamericano con una presencia americana de más de sesenta aficionados y aficionadas, convencidos de que el evento solidifica lo histórico, taurino y social, pero que, por encima de todas las cosas, nos pone en consonancia con las nuevas tendencias en la defensa del arte de la tauromaquia, asediada por enemigos de extrañas y curiosas motivaciones.
Venimos a España en procura de nuevas experiencias, enseñanzas y compromisos mutuos, sabiendo que estamos precedidos de la buena intención mostrada en los dos años anteriores por parte del directorio madrileño y de una exacta comprensión del papel que nos cabe como aficionados, sabedores de que unidos somos fuertes y que la unidad nos lleva a un mejor estado de conciencia sobre los retos en lo inmediato.
Las implicaciones del Segundo Encuentro nos impulsarán en América a tender lazos más fraternos y solidarios entre nuestras cinco naciones taurinas y a promover acciones que lleven no solo alegría a los tendidos, sino bienestar a muchas familias e instituciones.
Aficionados, periodistas, cronistas, médicos, arquitectos, ingenieros, toreros, ganaderos, empresarios y gente de variados oficios dentro de la fiesta brava tendrán beneficios derivados de los acuerdos y motivaciones, pero también apertura hacia reuniones y eventos especializados que surgirán en la búsqueda de darle sustento firma a la apasionante fiesta brava, de tan profunda raíz histórica y social que no podrán borrarla los activistas tarifados por empresas transnacionales y organizaciones que buscan haber prevalecer el animalismo antes que el humanismo.
El Segundo Encuentro Iberoamericano nos dará una visión muy clara y una más cabal comprensión de la misión en la que ya estamos inmersos como voceros e irradiadores del bienvenidismo histórico, social y taurino.
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