Aprovechando obligada estada en Caracas los matadores de toros Agustín García Malla, Corchaito II, Paco Barciela y Manuel Mejías. Toreros destacados en Lima, que fueron contratados por un grupo de empresarios criollos, integrados por entusiastas aficionados que organizó una temporada para que los toreros españoles actuaran en la capital venezolana. Temporada en la plaza del Metropolitano, la vieja arena de la ciudad.
La oferta que le hicieron a Manuel Mejías Bienvenida le pareció al extremeño de poca monta, rechazándola sin enmienda.
Bienvenida hizo uso de réplica para informar en una carta a la afición lo ocurrido.
Decía la carta:
Caracas 7 de marzo de 1915.
Tengo el gusto de dirigirme a ustedes con el propósito de manifestarles mi más intensa gratitud por las finas salutaciones que han servido dirigirme con motivo de mi llegada a la capital de Venezuela.
Era mi más ferviente deseo de presentar a los aficionados de esta capital mis humildes trabajos artísticos, para la verificación de ellos ofrecí toda suerte de facilidades, más no habiendo llegado a una inteligencia entre la Empresa y yo, y teniendo que partir para España en cumplimiento de compromisos contraídos allá, aprovecharé la salida del vapor italiano para continuar mi viaje.
Mucho lamento que la circunstancia ya expresada no me permita realizar aquel deseo.
Con mi gratitud soy de ustedes:
(firmado) Manuel Mejías Bienvenida.
La carta hizo su efecto. Lo que esperaba Bienvenida; y Manuel Mejías fue contratado para cuatro corridas los días 14, 21 y 28 de marzo. Incluyendo la corrida de su beneficio el 18 de abril de 1915 en Caracas. Tuvo éxito Bienvenida, y nació una afectiva relación entre don Manuel Mejías Rapela,”Bienvenida III” y los venezolanos.
Manuel Jiménez “Bienvenida” quedó retratado de cuerpo entero por la forma mover las piezas, y por su actitud ante las circunstancias. Lo que más tarde repetiría cuando representó a varios toreros venezolanos. Como sería el caso de César Faraco, el procedimiento más representativo. Se trataba de un torero al que descubrió ante la afición de Madrid habiéndose vivido un prefacio terrible, que el Papa Negro superó proyectándose como faro guía en la selva de terribles contradicciones abriendo la puerta grande a César Faraco, acosado y acorralado.
Todo ocurrió cuando Bienvenida le descubrió a Faraco, arrinconado y solo, aislado en un café, sin un duro con que pagar una taza de café que no llegó a consumir.
Fue Faraco un torero al que colocó codo a codo junto a su hijo Juan Bienvenida; torero que fue protegido por Luis Sánchez Diamante Negro.
A las semanas César Faraco en la cima del escalafón. Lo logró siguiendo al pie de la letra los mandamientos profesionales del Papa Negro, hasta obtuvo en un momento que todo en Madrid lucía como algo imposible de alcanzar; entre los imposibles la alternativa en Las Ventas de Madrid.
Arrastraba entonces Manuel Mejías “Bienvenida III” las consecuencias de lo ocurrido el 10 de julio de 1910 con el toro Viajero de Trespalacios. Terrible capítulo en el escenario de la que fue la Plaza Vieja de Madrid, el hoy Palacio de los Deportes.
Toro desobediente aquel Viajero de Trespalacios, un toro que no obedeció la orden del estatuario, con el que intentó iniciar su faena Bienvenida. Respondió el toro asesino taladrándole el muslo y destrozándole la femoral de la ingle izquierda. Aquel percance le impidió subirse al tren del éxito como se habían colocado el mexicano Gaona y el trianero Belmonte.
Más tarde lo haría el inefable Gallito, que alcanzó el grado de matador de toros en 1912, año en que la presión de Joselito convirtió en jubilados a Ricardo Torres Bombita y a Rafael González Machaquito. Era cuestión montarse en el tren de la Edad de Oro del toreo, o pegarle un quiebro y quedarse fuera de la suerte que le ofrecía la vida.
Bienvenida, de no haber tenido contacto con Viajero de Trespalacios, habría cerrado la mano del póker de ases con su nombre incluido, el de Bienvenida.
No cerró el póker, pero formó junto a su esposa Carmen Jiménez una familia ejemplar, y fundó una institución taurina de más de cuatro generaciones: La Dinastía Bienvenida.
Aquel percance en Madrid, amarga contrariedad, transformó los planes en la vida de Manuel Mejías Bienvenida. A partir de 1917, con la responsabilidad que le exigió la familia que formó junto a Carmen Jiménez (1917), además de bajar considerablemente el número y la importancia de los festejos en plazas españolas, se sintió obligado otros buscar distintos horizontes sobre los que un día fueron los planos trazados para la construcción de su vida.
Europa cambiaba sus metas, el mundo se ahogaba en sus contradicciones, Lenin aclamado a su regreso a Rusia, y la paz que reclamaba Woodrow Wilson para el Mundo pendía como una piñata frágil ante tan profundas desigualdades.
En España la olla de la sociedad se había llenado de agua hirviendo… y cómo hervía!
Los Bienvenida se convirtieron en emigrantes, tomaron como meta para sus soluciones económicas, los horizontes de América y la utopía de sus soluciones. Como padre de familia Manuel Mejías Bienvenida viaja a Colombia, hace de Cartagena de Indias su punto de partida y de encuentro para el eje de sus movimientos taurinos en Sudamérica. Sus hijos Manolo, José, Rafael y Carmen integran la familia. La niña fallece muy joven. Sus restos reposan en la catedral de Cartagena. Sus hijos comenzarán desde becerristas a reunir en la hucha valores para ocupar los vagones de la primera clase del tren del toreo.
Hasta 1921, fue cuando Manuel Mejías volvió a Caracas. Lo hizo el 11 de diciembre, reapareció en el Nuevo Circo. El anfiteatro con el que el General Juan Vicente Gómez convertiría a Caracas en la capital taurina de Sudamérica. Manuel Mejías Bienvenida durante su estada en Caracas, dada su simpatía conquista muchas y sinceras amistades, entre ellas influyentes personalidades cercanas al general Juan Vicente Gómez. Esto le facilita el trasladar su familia a Macuto, balneario marítimo de la capital en el Caribe, mientras el maestro viaja a México y a Guatemala.
En Caracas don Manuel atiende sus negocios taurinos. Los Bienvenida regresan a la ciudad capital. Llegan al Hotel Madrid en Caracas, alquilan una casa al lado de la pensión de La Gaona convierten el patio trasero en una arena para la Escuela Taurina. Los niños de Bienvenida corrían, ponían banderillas, toreaban de salón convirtiendo la muleta y la espada en extensión de sus brazos y manos y, cuando lo recomienda el estado de gravidez de Carmen la casa se presta para dar luz el 25 de junio de 1922.
Le atiende en el parto a Carmen el doctor José Izquierdo, eminencia médica venezolana, profesor universitario y entusiasta taurino, estudioso de la historia taurina penosamente involucrado en una red de mentiras años más tarde.
Fueron cómplices de la farsa biógrafos de Luis Miguel y familiares de tercera generación de la dinastía Dominguín, relatando e inventando aconteceres, solo para darle lustre novelesco a las aventuras de una familia que no necesita de mentiras para darle brillo a su paso por la vida.
Fue el caraqueño Antonio el cuarto de los varones Mejías Jiménez, que nace en Caracas accidentalmente, tal y como insisten en repetirlo muchas veces sus familiares; nace en Caracas, pero le bautizan en Sevilla.
Es por eso que dicen que Caracas fue cuna accidental, Sevilla escuela formal y Madrid hogar permanente del maestro. Aquel año de 1922, además del nacimiento de Antonio Bienvenida en Caracas hubo mucha actividad de los Bienvenida:
El 8 de enero participó don Manuel en un homenaje póstumo a Isidro Martí Flores, cinco toros criollos y un toro de Veragua con Alejandro Sáez Alé, Rodalito, Carrerito, Eleazar Sananes y Marinero. En el Palco Saleri II, Angelete, Garrido y Bienvenida y de banderilleros actuaron Fortuna, Uriarte, el negro Julio Mendoza rival del catire Eleazar y Garrido.
Los fondos se destinaron a la construcción de un mausoleo en la tumba del fenecido matador.
El debut de Antonio Bienvenida en Caracas fue el 16 de enero 1952, la empresa la de Emilio Cebrián: Antonio cortó cuatro orejas en su debut. Le acompañaron en el cartel Aurelio Puchol Morenito de Valencia – dos orejas -, y toros fueron de Guayabita, (origen Pallaré, hoy Benítez Cubero). El Espada de reserva, Chucho Hernández El Mexicano. Los banderilleros Cástulo Martín, Prudencio Villalba y Diego Hernández Pacorro, Próspero Herrera Capita, Cipriano Álvarez y Adolfo Álvarez Manforte.
El 23 de enero, 1952 la esmirriada de los toros de Guayabita provocó un serio motín en el público. Antonio Bienvenida, Morenito de Valencia y Julio Mendoza el torero ídolo de las barriadas de Caracas que confirmaría su alternativa salmantina en Las Ventas de Madrid.
Rafael Durán Rondón, periodista y crítico taurino, que firmaba sus crónicas con el seudónimo de Curro Puya viajo a España en 1956 con el propósito de contratar toreros para una temporada de cuatro corridas de toros en el Nuevo Circo.
Contrató a Antonio Bienvenida, Julio Aparicio, Manolo Vázquez, Paco Mendes y a los venezolanos Diamante Negro, Joselito Torres y César Faraco.
Cayetano Pastor viajó a México para comprar los encierros a lidiarse en la temporada procedentes de Mimiahuápan, Palomeque y Peñuelas las tres corridas del abono, porque la cuarta corrida sería con toros de Guayabita.
El resultado artístico fue terrible, reflejándose en taquilla y provocado la debacle económica en la Temporada Curro Puya.
El 18 de noviembre con toros de Mimiahuapam. Antonio Bienvenida: silencio en sus toros; Diamante Negro: pitos en ambos; Paco Mendes: saludos y dos orejas.
Toros de Palomeque. Julio Aparicio: pitos y pitos: Manolo Vázquez: ovación y una oreja y César Faraco, que debutó en Venezuela como matador de toros, saludos y vuelta al ruedo.
Tres toros de Peñuelas, el 2 de diciembre y tres de Guayabita. Julio Aparicio: dos orejas y división de opiniones; Joselito Torres: división de opiniones y un aviso; y Paco Mendes: ovación y una oreja. Nueve de diciembre Antonio Bienvenida: pitos y bronca; Diamante Negro: vuelta al ruedo y silencio; y Manolo Vázquez: bronca y bronca y César Faraco petición en el cuarto y una oreja en el octavo de la tarde.
Última corrida de Antonio Bienvenida su lar nativo fue el 29 de diciembre 1952, despedida de Luis Sánchez Olivares, Diamante Negro con toros de Xajay y uno de José Muñoz.
Antonio Bienvenida, vuelta y silencio; Félix Briones, vuelta y silencio; y Diamante Negro, dos orejas y silencio.
Antonio Bienvenida le cortó la coleta al Diamante Negro. El toro del adiós de Xajay, de nombre Calamar
Vale recordar la página de la historia taurina venezolana escrita el 26 de junio de 1971, para los anales de la Plaza de Toros Monumental de Valencia. Fue la corrida homenaje al 150 Aniversario de la Batalla de Carabobo. Antonio Bienvenida compartió cartel con Luis Miguel Dominguín y César Girón, lidiando toros de la ganadería mexicana de Reyes Huerta. Última corrida de César Girón, que aquella tarde cortó 4 orejas y abrió la Puerta Grande de la Monumental. Antonio Bienvenida cortó una oreja.
Fue su última actuación en Venezuela.
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