viernes, 1 de mayo de 2020

Morante de la Puebla: «Televisar corridas sin público es un sacrilegio»


José Antonio Morante, en su confinamiento en La Puebla del Río

«No confío nada en este Gobierno, redirigido por Pablo Iglesias, reacio al mundo del toro»

--El genio sevillano reflexiona sobre la situación de España y la Fiesta: «Los toros volverán cuando la gente recupere su alegría»

«Televisar corridas sin público es un sacrilegio»

ABC, MADRID, 30/04/2020
El arte volverá a hacernos libres. A su tiempo, cuando todo pase, cuando los abrazos pierdan el miedo. Se destapará entonces el misterio sin versos sueltos ni nueve metros cuadrados de por medio, la torería de José Antonio Morante (La Puebla del Río, 1979) saldrá de la fragua y una verónica servirá para soñar en la soledad del confinamiento.

—¿Volverán los toros?

—Por supuesto, cuando la salud de todos mejore, cuando la ciencia encuentre una vacuna y la gente recupere su alegría y el acercamiento social. Para qué quieren que haya toros ahora, si hay miedo y cuando una persona ve a otra se cambia de acera para no cruzarse. ¿Cómo les vas a vender una entrada entonces para una corrida? Hay una psicosis con fundamento. La gente va a tardar un tiempo en coger confianza, en ir a fiestas, en relacionarse.

—Los toros se han incluido en la fase 3 de la desescalada cultural, siempre que haya nueve metros cuadrados por espectador. ¿Cómo ve la medida?

—Eso son pamplinas. Todo una ruina, pero, aunque no sea factible dar toros así, es un pasito más.

—Se habla de la posibilidad de televisar corridas sin público. ¿Qué opina?

—No estoy de acuerdo. El toreo es cultura, una fiesta donde el público forma parte fundamental del propio acontecimiento. Frente a esta crisis que nadie podía esperar, todos intentan aportar ideas, unos dicen una cosa y otros, otra. Puede que yo no tenga razón, pero al ver que esa idea de televisar toros va hacia delante, me he preocupado. 
Para mí entraña un peligro grande: cuando las cosas se manipulan es posible que luego no regresen a la normalidad de antes. A Romero le decía Rafael de Paula que había que saber esperar en las tardes malas. Y en este tiempo malo, en estas tardes malas, hay que saber esperar. Esto no es un deporte, donde además la tele tiene muchos patrocinios y se puede mantener de otra forma. El toro no los tiene y el dinero que las televisiones dan por corrida es ridículo.

«Yo intento ser guardián y vigía para mantener la tradición; cuanto más antigua, mejor; cuanto más esencia, mejor»

—¿Esos euros no son clave para mantener ciertas ferias y honorarios?

—Es un dinero ridículo. Por tema económico no tiene ningún sentido. Pero a veces se pone en una balanza si interesa que todos puedan ver las corridas.

—¿Y si peligrase la plataforma y la conexión con los aficionados?

—El canal Toros de Movistar+ puede hacer infinidad de reportajes para mantener a los abonados activos y contentos. Y no tiene por qué ser dar una corrida sin público, que es un sacrilegio. Tampoco se puede repetir mil veces una corrida. Hay mucho que hacer: reportajes de la naturaleza, los pájaros, el agua, la lluvia... O un tentadero, que es de las cosas más íntimas y apreciables que se pueden retransmitir, para que los aficionados conozcan cómo tienta cada ganadero, qué tipo de secretos utilizan, su estilo, la forma de embestir. Todo eso está ahí. Hay que sacar las cámaras al campo. Que no haya toros este año tampoco es el fin del mundo, que algunos hablan como si se fuera a acabar. Aunque no podemos compararnos a un deporte mundial, si no se dan partidos, ¿se va a acabar el fútbol? Imagínese una feria con sus casetas vacías. ¿Qué sentido tiene? No debemos caer en eso.

Morante, ordeñando una cabra

—¿Estaría dispuesto Morante a dejarse televisar en un tentadero?

—Sí, siempre que se mantenga el misterio, lo permitiría. Sería imprescindible vivir la esencia, con mucho respeto y atento a la voz del ganadero. Lo que no me gusta es que se esté comentando todo el tiempo.

—¿Ve a la televisión pública dando un paso al frente?

—La cadena pública debería tomar conciencia de volver a retransmitir toros cuando se recupere la vida normal, pero con este Gobierno, nada partidario, habrá que esperar.

—Se respira un ambiente de división de opiniones con el asunto televisivo. ¿Cuál es el sentir de sus compañeros?

—Hablo poco con ellos. Como muchos piensan lo que piensan, al obtener mi negativa con las corridas televisadas sin público, ya no me llaman más. Mi deber es decir que no estoy de acuerdo.

«No confío nada en este Gobierno, redirigido por Pablo Iglesias, reacio al mundo del toro»

—¿Dónde queda eso de renovarse o morir?

—Si se reinventa algo, ¿cómo le das la vuelta luego? Yo intento ser guardián y vigía para mantener la tradición; cuanto más antigua, mejor; cuanto más esencia, mejor. Con tantas penurias de la gente, con tantas personas que lo están pasando muy mal, lo de menos es celebrar. Y los toros son celebración.

—¿Cómo está afectando esta crisis al sector taurino?

—Los ganaderos son los que más sufren. Alimentan a los toros de su bolsillo. Los empresarios han hecho ya una inversión en Valencia, Castellón, Sevilla... Han gastado su dinero en publicidad. Verdaderamente, tienen un panorama inmediato dramático. Todos estamos perjudicados, pero al igual que los otros sectores del mundo cultural. Y como somos cultura, el rito de la lidia y muerte no lo podemos hacer por algo económico. La cultura es algo más profundo.

—Esta temporada no parece fácil que vayan a sonar los clarines.

—A ver qué pasa a partir de agosto. Si no hubiese este año, esperemos que sí haya el próximo. Es cuestión de saber sufrir, para empezar otra vez, a lo Unamuno: «Decíamos ayer...» Me da mucho miedo que el mundo del toro caiga en un mundo de espectáculos deportivos y se trunque la relación con los pueblos. García-Trevijano decía que cuando los pueblos dejan de comunicarse, la cultura deja de existir. El público es imprescindible. Hay que saber esperar.

«Hago de albañil, de pintor, de carpintero, quito y pongo cuadros, hago de fontanero, de electricista, ordeño cabras...»

—Estará loco por volver a torear.

—No tengo ningunas ganas. Ningunas. Le mentiría si dijera lo contrario.

—¿Y a qué se dedica durante el confinamiento?

—Me cuido, intento mantenerme delgadito y fuertecito. Hago de albañil, de pintor, de carpintero, quito y pongo cuadros, arreglo un suelo, hago de fontanero, de electricista, ordeño cabras... Siempre muy pendiente de la actualidad política y sanitaria. Admiro mucho a los sanitarios y a nuestras fuerzas del orden, pero lo que no salgo es a aplaudir a las ocho de la tarde. No me apetece.

Guarda silencio. Piensa el sentimiento, siente el pensamiento morantista. La voz callada da paso a una reflexión: «Me preocupa el tema de las puyas, actualmente se usa una excesiva. Prefiero una menor, con las cuerdas de antiguamente y ese tope de antaño. Así el toro iría muchas más veces al caballo porque el torero lo pondría más. Fíjese que lo que digo va en contra de mi acomodo, pero sé que es fundamental para recuperar la suerte de varas. Ahora, antes de que llegue el toro, ya estamos diciendo al picador que levante el palo. “¿Para esto te he traído yo tan lejos?”, le digo cuando estamos en América. Quiero recuperar este tercio con la puya más pequeña».

«Quiero recuperar la suerte con una puya con el tope de antaño. El toro iría más veces al caballo»

—¿Algún puyazo al Gobierno?

—Creo que la crisis se ha atajado demasiado tarde y tampoco la Unión Europea, que no me gusta con tanta burocracia, ha sido estricta. Cuando se comparten culpas, todo queda en agua de borrajas. Aunque me siento muy orgulloso de ser andaluz, tampoco soy partidario del tema de las autonomías. Crean patrias chicas y separatismos como los que sufre España. En lo taurino, los empresarios no pueden tener una carga tan fuerte. Hay que reducir costes. Las plazas públicas no pueden convertir los concursos en una subasta económica, que es lo que han sido hasta ahora.

—¿Qué impresión le causa el trato del Ministerio de Cultura a la Fiesta?

—No sabemos si hablan de verdad o de mentira, pero no puedo decir nada en contra del ministro. En quien no confío es en el Gobierno, redirigido por Pablo Iglesias, reacio al mundo del toro, y con Pedro Sánchez de presidente, que dijo que nunca le verían en una plaza.

—¿Dormiría usted tranquilo con Iglesias en su cuadrilla?

—Habría que preguntarle a Pedro Sánchez qué tal las noches con Pablo.

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