martes, 20 de febrero de 2024

En la muerte de nuestro Presidente emérito: Don Fernando, ¡Qué dolor! / Por Juan Miguel Núñez Batlles

 

En nombre de nuestro presidente D. Miguel Mejías "Bienvenida" y de su junta directiva, y demás miembros de nuestra asociación, expresamos nuestro profundo pesar por el fallecimiento de D. Fernando Claramunt López que durante más de tres lustros ostentó la presidencia del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida. En estos momentos de dolor manifestamos a su viuda Dª Pura y demás familia nuestras muestras de condolencia y elevamos una oración por el eterno descanso de su alma. Que Dios lo acoja en su gloria.

Juan Lamarca López
Vicepresidente 1º

DON FERNANDO,  ¡QUÉ DOLOR!  

Juan Miguel Núñez Batlles 
Madrid, 20 de Febrero de 2024
El titular de esta necrológica, "qué dolor", me lo acaba de dar un fiel amigo. Le ha salido desde la mas absoluta y entrañable sinceridad a Juan Lamarca, uno de tantos que ya presume de honor y orgullo por lo que ha compartido con él.

Qué dolor, la muerte de don Fernando Claramunt López,  médico, o para ser exacto, doctor en psiquiatría, que es como su inseparable Pura y la queridísima hija Blanca han pedido ahora que figure en su esquela respetando su voluntad; y así ha de ser llamado en su honra final y para siempre. También en las menciones que se hagan de él, estarán sus padres, determinantes en la culta y humana formación que recibió -su padre, médico de la plaza de toros de Alicante, le transmitiría la vocación por la medicina y la afición por el toreo-; y tan cercanos los cariñosos efluvios de sus nietos, así como el recuerdo hecho amor de la añorada hija Ana.

Don Fernando fue y tuvo todo en lo profesional y lo afectivo. Y además, escritor. Prolífico escritor, con nada menos que treinta libros, treinta, de los cuales cuatro o cinco son magistrales textos de su especialidad, la psiquiatría. Porque fue una eminencia en esta disciplina, hay que decirlo pronto, que ejerció sobre todo con modestia, a partir de la cual alcanzó también la brillantez. Y a propósito, me dijo un día ya en el ocaso de su vida, que el modo con el que trató de desempeñarse en sus tareas fue, nada de hacerlo con modestia, más bien con mo-de--ra-ci-ón, así, deletreada para significar que tal estilo o manera de conducirse para todo en la vida debía llevar inherente la virtud de la templanza. Ahí trataba de desviarme los pensamientos en nuestras conversaciones en estos últimos años. 

Siempre quiso llevarme, y a fe que lo consiguió, al terreno de lo taurino, una querencia natural que los dos compartíamos con  total espontaneidad y como ejemplo de filosofía de vida. Porque se trataba, me decía, de resaltar el temple, palabra mágica en el toreo. "El temple que da fuerza donde más se necesita, y quita donde sobra"

No obstante, antes de continuar con lo que su figura y carácter han proyectado en las formas y fórmulas de lo taurino, he de resaltar que esta apreciación sobre lo importante de lo que ha sido en el desempeño de la medicina, no es de mi cosecha. Me lo dijo y lo proclamó un colega suyo, eminente psiquiatra, sin reparos para valorar la verdadera transcendencia de lo sabio que fue el doctor Claramunt "Tanto, que nos superó a todos, incluidos nuestros maestros". Ese fue don Fernando, alumno aventajado y más.

Escribió asimismo un par de novelas. Su estilo literario raya también muy alto. 

Sin embargo, donde acabó con el cuadro, fue en lo taurino. Qué conocimientos más amplios y profundos atesoraba del mundo de la Tauromaquia.  Hablar de su erudición en este cometido sería no llegar a la realidad. 

Fue partidario de todos los toreros, y a todos no sólo los respetó si no incluso ensalzó, sacando siempre a flote lo mejor de ellos. Se ocupó sobre todo de la personalidad y capacidad de cada uno, de sus cualidades artísticas. De eso, recalcaba, es de lo que hay que hablar. Que para contar intimidades, decía con cierta sorna, ya están los psiquiatras.
Y puso siempre especial énfasis en las buenas cualidades del ser humano. "Ahí fallamos mucho, y tenemos un largo camino que andar. Sin ir más lejos, los propios consejos que damos sin asumirlos previamente, ni siquiera después de utilizarlos como sentencias". Y volvía a hablar del temple, la moderación, "donde tanto y tantos fallamos".

Ejemplar doctrina de un hombre, y esto ya lo digo yo, serio, equilibrado y sumamente conciliador. Que supo sembrar de paz y cariño su casa, su trabajo y las tertulias y encuentros donde practicó la amistad como auténtica bendición. 


Fotografías: Dolores de Lara

No hay comentarios:

Publicar un comentario