Felipe Díaz Murillo. Guillermo Leal, Andrés Amorós, Jorge Espinosa de los Monteros, Juan Lamarca, y François Zumbiehl
«este libro es la voz de unos grandes artistas, la sencilla profundidad de los toreros. El torero no puede ser un loco, ha de tener inteligencia, y de ahí el título de este libro. Acabo con la cubierta, que es una famosa fotografía que hizo Canito, al que conocí mucho. Canito entre otros miles de fotos, hizo esta foto que es extraordinaria. Están toreando al alimón dos personajes: el de la izquierda es un señor vestido correctamente, sosteniendo solemnemente el extremo del capote, y al otro lado hay un personaje con vestido campero y con una cara de lobo, de comerse el mundo. Pues eran sencillamente don José Ortega y don Domingo Ortega. Esa foto resume lo que nos une a todos lo que siempre hemos defendido, la unidad absoluta de los toros y la cultura».
Andrés Amorós, premiado por el Círculo de la Dinastía Bienvenida, presenta una nueva obra taurina
El Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida ha concedido el Premio Fábula Literaria Vicente Zabala a Andrés Amorós, autor del libro 'La inteligencia del toreo'
ALICIA P. VELARDE
Este viernes el Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida ha concedido el Premio 'Fábula Literaria Vicente Zabala' en su XXII edición a Andrés Amorós, autor del libro 'La inteligencia del toreo: De Marcial Lalanda a Vargas Llosa', que también se presentaba en este acto celebrado en la Sala 'Antonio Bienvenida' de Las Ventas.
En el mismo intervinieron Juan Lamarca como moderador, Felipe Díaz-Murillo, Jorge Espinosa de los Monteros, Guillermo Leal, François Zumbiehl, y el homenajeado, Andrés Amorós. En esta obra, Amorós ofrece dieciocho retratos de grandes toreros: algunos históricos, que el autor ha podido conocer de primera mano, como Marcial Lalanda, Pepe Luis Vázquez, Manolo Vázquez o Paco Camino, otros de un pasado más cercano como Luis Francisco Esplá, Joselito o Enrique Ponce, y más actuales, como el añorado Iván Fandiño, Juan José Padilla, Antonio Ferrera, Morante de la Puebla, Diego Ventura, Daniel Luque o Andrés Roca Rey, además del querido fotógrafo Cano o el Nobel Mario Vargas Llosa.
Guillermo Leal, corresponsal taurino de ABC en México, comenzó su intervención diciendo que se sentía muy agradecido «a uno de los mejores escritores que hay en España ahora mismo, mi querido amigo y admirado Andrés Amorós. Yo fui secretario particular de uno de los grandes cronistas taurinos del mundo, Pepe Alameda. Él me enseñó admirar al maestro Vicente Zabala, al cual conocí en esta plaza en 1993, justamente un año después de haber visto presidir a don Juan Lamarca por primera vez. En el asiento lateral en el que iba mi queridísimo Vicente Zabala, al que yo llamaba con todo mi cariño 'padre', tenía que haber ido yo rumbo a Cali», dijo emocionado. «Vicente me hizo corresponsal de uno de los diarios más importantes y con más trayectoria, como es el diario ABC. Y en ese diario ABC pasados los años me topo con el que hoy es el homenajeado, don Andrés Amorós, y para mí es un honor escribir en las páginas en donde han escrito grandes escritores. Mi maestro, Pepe Alameda, mi padre Vicente Zabala y mi amigo Andrés Amorós», finalizó, antes de fundirse en un emotivo abrazo con Amorós.
Jorge Espinosa de los Monteros, bibliófilo taurino y presidente del Círculo de la Dinastía Bienvenida en México, dijo «Nos trae hoy 18 relatos de 18 maestros de la tauromaquia, en la que nos hablan de vivencias suyas, aderezadas por personajes como Vargas Llosa. Me uno yo al homenaje de una persona a la que admiro»; mientras que François Zumbiehl explicaba que «Andrés, antes que nada, es un aficionado. Pero aficionado a los toros y a todas las expresiones artísticas. Y su afición no es libresca, aunque escriba libros. Es una afición a los toros que se basa en la observación, en el diálogo y la escucha. Y precisamente eso se puede ver en el magnífico ensayo que acaba de publicar. Primero porque de toros no se puede saber más que a través de la inteligencia, como dicen todos los toreros, y segundo porque el toreo es inteligencia. Lo ha dicho muchas veces en sus magníficos ensayos Bergamín, y Andrés ha sabido poner a todos estos toreros en suerte y llevarles a descubrir los secretos de su toreo de su arte de su sensibilidad».
Por último habló el destinatario del premio, Amorós, que tras agradecer a los presentes y al Círculo las palabras dichas en el acto, así como el homenaje en sí, contó varias anécdotas, tanto de la familia Dominguín, con la que se crió taurinamente, como de la familia Bienvenida, a la que era afín el recordado Vicente Zabala.
«Recuerdo algún par de banderillas de Pepote, fui admirador y amigo de Antonio, seguidor de la carrera novilleril de Juanito, y amigo Ángel Luis, al que nunca llegué a ver torear. Si se pudieran contar las conversaciones con Ángel Luis darían para un libro muy interesante. Ángel Luis tenía un defecto fundamental, y es que era incapaz de hablar mal de nadie. Lo que quiero subrayar es que con los Bienvenida no se trata solo de que fueran buenos toreros, que eran buenísimos, se trata de que encarnaban unos valores que se resumen en la palabra torería, que consiste en el respeto al toro, respeto al público a la afición, porque como artistas podían tener problemas personales, problemas artísticos, pero no trasladaban el sufrimiento al público, porque al público hay que darle arte, belleza, ilusión y alegría, por eso siempre tenían la sonrisa. También respeto al toreo, las normas clásicas, a no hacer tonterías. Decir Bienvenida es decir grandes toreros y grandes valores taurinos y humanos».
Tras destacar a tan señalas personas dentro de la historia taurina, me metió más de lleno en el libro, en primer lugar, en el título: «A mí al principio no se me ocurrió, porque poner títulos es muy complicado. Le llamó la atención a mi editor que todos estos toreros defienden que el torero necesita muchas cualidades. Se ha dicho muchas veces que el torero necesita tres cualidades: valor, valor y valor. Pero además de eso necesita conocimiento, mando, personalidad, ambición... Muchas cosas, como ser capaz de transmitir al público y una personalidad distinta. Pero necesita, por supuesto, inteligencia. Delante de un toro cómo no va a ser necesaria la inteligencia. También este libro tiene una cosa: me acordé de una frase de Ortega, que tenía frases brillantísimas, que decía: «En España, lo verdaderamente revolucionario sería que cada cual hablara solamente de lo que sabe». Imagínense el inmenso silencio que podría producir, especialmente en el panorama político actual. ¿Y quién sabe de su arte? Los artistas, aunque no todos los artistas son capaces de explicarlo. Hay que leer a los maestros, lo que dicen, y cómo coinciden todos en una cosa fundamental. Coinciden en que hace falta afición, pero afición, afición, mucha afición, ilusión, ambición, responsabilidad, e inteligencia».
«Marcial siempre decía que en los toros hay que ser orejero: callarse y escuchar. En los toros y en la vida. También decía que nunca llega uno a aprender del todo».
También habló de Pepe Luis y Manolo Vázquez, remarcando la inteligencia de Pepe Luis: «Ahora mismo se tiene una imagen de él imperfecta. Pepe Luis tenía una inteligencia natural absolutamente única. Decía: «Nunca he sido de ponerme bonito y nunca he estado aperreado delante de un toro». Una vez le pregunté: Pepe Luis, ¿tú crees que alguna vez se acabarán los toros? Y respondía: ¿Se van acabar los resfriados? Pues la tauromaquia tampoco. Seguiremos acatarrándonos y seguirá existiendo la tauromaquia». Manolo tenía menos facilidad. Cuando le preguntaban que hacía falta para ser torero, y decía «Querer; pero querer, querer». Manolo tenía una gran inquietud por aprender, y una gran inteligencia. Fue a escuchar una charla que hizo Severo Ochoa en Sevilla. Estuvo contando cuál era la vida de un investigador, hacer experimentos, y estar durante días, a lo mejor años, con ello. Manolo se fue a casa, pero al día siguiente por la mañana fue a ver a don Severo al Hotel Alfonso XIII, y le dijo: «Don Severo, con todo respeto, ¿sabe lo que estoy pensando? Que lo mío es más difícil que lo suyo. Porque a usted le falla un experimento, y repite y no pasa nada. Yo no puedo fallar delante de la cara del toro. Los toreros tenemos que tomar decisiones trascendentales de la vida y de la muerte, del fracaso y de todo».
«Hay otro comentario con Fandiño, que era callado, reservado, tímido, serio, pero que sabía muy bien lo que quería, y me dijo una frase: «Yo quiero gobernar siempre en mi vida, ser el único dueño de mi carrera de mi libertad». Y así fue, hasta el final».
También contó anécdotas y frases transcritas al libro de Padilla, Paco Camino o Roca Rey, que a su llegada a España, siendo muy joven, le preguntaba por Luis Miguel a Amorós, que continuó diciendo: «A Morante no le gusta el toreo vertical ni estático. Decía que hay que andarle a los toros. Claro, la teoría de Domingo Ortega. Ahora se ve a tantos que cuando sale el toro hacen el poste y el toro pasa por ahí… Hay que mandarles a los toros. Hablando una vez en el radio de un torero, decía el sevillano: «Es que ese no torea». Y yo le dije: «Bueno, José Antonio, no torea como a ti te gusta«. «Eso es», contestó. Y también decía que lo más bonito de todo, más que torear, es soñar el toreo. Ayer disfrutamos con Daniel Luque, y una vez me dijo que a bruto gana el toro. Eso lo decía también Domingo Ortega. Hablando de su carrera dijo que ya no iba cometer más errores. Ha resucitado taurinamente gracias a una mayor entrega, como por ejemplo la estocada de ayer, también a Francia, y también a anunciarse con toros encastados».
Sobre Vargas Llosa, que también tiene un capítulo, contó que «cuando era jovencito Roca, me preguntó si debía ir a ver a su paisano, y le dije que absolutamente. Un tío de Vargas Llosa tiene un capote de Belmonte, que a saber si es de verdad, perohizo que cuando era pequeño quisiera ser torero, por la fascinación que le provocaba aquel ídolo. Después quiso ser Presidente de la República, y me comentaba que cuando ha publicado artículos taurinos ha recibido muchas más amenazas que cuando intentó ser Presidente, así son los antitaurinos».
Y finalizó diciendo que «este libro es la voz de unos grandes artistas, la sencilla profundidad de los toreros. El torero no puede ser un loco, ha de tener inteligencia, y de ahí el título de este libro. Acabo con la cubierta, que es una famosa fotografía que hizo Canito, al que conocí mucho. Canito entre otros miles de fotos, hizo esta foto que es extraordinaria. Están toreando al alimón dos personajes: el de la izquierda es un señor vestido correctamente, sosteniendo solemnemente el extremo del capote, y al otro lado hay un personaje con vestido campero y con una cara de lobo, de comerse el mundo. Pues eran sencillamente don José Ortega y don Domingo Ortega. Esa foto resume lo que nos une a todos lo que siempre hemos defendido, la unidad absoluta de los toros y la cultura».
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